Después de meditar un poco en ello, creo que todo es un asunto de intensiones y percepciones, qué es lo que quiero decir y qué es lo que me quieren entender. Las emociones juegan un papel muy importante en todo esto...un mal gesto, un tono más alto, un movimiento corporal grosero y la percepción cambio radicalmente y ni se diga si el receptor tuvo un mal día.
El día a día nos pone a la defensiva, las malas experiencias nos hacen marcar a todos por igual y sin dar paso al beneficio de la duda. Los errores y las malas interpretaciones son completamente posibles en nuestra humana debilidad y debemos dar la oportunidad a ello, de la mano del perdón y el genuino arrepentimiento.
Creo que nos ayudaría mucho aprender a escoger los momentos para hablar y también los idóneos para escuchar, así nos evitaríamos muchos malos entendidos, palabras que causan heridas y conflictos difíciles de conciliar.
Bien lo dice la palabra de Dios:
Proverbios 15
Mas la palabra áspera hace subir el furor.
2 La lengua de los sabios adornará la sabiduría;
Mas la boca de los necios hablará sandeces.
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